¿Quién es el sustituto?

Soy Rober, alias el sustituto, tu superanfitrión en este increíble viaje por el universo del email marketing, tu guía supremo de las ventas, tu redactor más killer, tu luz celestial en este mundo de… 

…O a lo mejor no, quien sabe.

Y probablemente te de bastante igual. 

Pero ¿Por qué el sustituto? 

Porque mi presencia en redes comenzó sustituyendo a un instagramer en un festival antes siquiera de tener cuenta de Instagram.

Sí, así soy.

Hoy tengo casi 30.000 seguidores en esta red social.

Parece que a la gente no le disgusto el nombre.

Por eso, y porque nos pasamos la vida sustituyendo a otras personas.

Pero todos podemos ser titulares de nuestra propia vida.

Si yo he podido, tú también.

Según las reglas normales y los manuales reglamentarios del marketing, en este punto se supone que debo presumir de todas las empresas con las que he trabajado, los millones de euros que gano cada año gracias a mi pulcro estilo escribiendo, así como todos los medios que hablan de mí around the world.

Sinceramente, me parece un rollo. ¿Quién cojones se lee estas páginas?

Así pues, en lugar de eso mejor te cuento una historia. Y oye, pues ya que has llegado hasta aquí, que al menos te lleves algo o te entretengas un rato.

Voy a contarte una historia sobre como una desgracia puede llevarte a lo más alto.

Tengo que decir que vengo de una familia de clase media en la que nunca me faltó de nada.

Mi padre tenía un buen trabajo, y pudo mantenernos a todos y darnos unos estudios tanto a mi hermana como a mí.

En un punto después de acabar la carrera, quise hacer un máster en Madrid.

Por aquella época mi padre también estaba ayudando a mi hermana con sus estudios y se le juntaron demasiadas cosas.

Al fin y al cabo, a mí ya me había pagado la carrera y me tocaba ponerme a trabajar y pagarme yo el máster y mis gastos en la capital, que pa eso ya era mayorcito.

Lo bueno es que no tardé mucho en encontrar trabajo en una cafetería de un centro comercial en Aluche.

Lo malo es que tampoco tardé demasiado en ser despedido.

Y es que ni siquiera llegué a superar el periodo de prueba. Un supervisor me pilló sin hacer nada en un momento en el que lo tenía todo colocado, cámaras llenas, vasos limpios,… (Vaya todo en su sitio) y en el que no había ni un solo cliente que atender.

Lo mismo tenía que haberme puesto a hacer flexiones o malabares con las botellas cuando apareció para que me viese activo, no sé…

Además, también me vio tomándome una fanta de naranja (creo que ese fue mi mayor error, qué si lo llego a saber mejor me hubiera tomado un ron y por lo menos me hubiera ido algo más contento…)

Dos faltas graves que me supusieron la expulsión inmediata, y mi vuelta al paro tras apenas un mes trabajando.

A tope.

Con la imperiosa necesidad de conseguir un trabajo urgente a media jornada, acabe como captador de socios en la calle (Sí, esos chavales tan pesados que seguro te han perseguido en más de una ocasión para que colabores con alguna ONG).

Al fin y al cabo, ahí cogían a cualquiera. Y si no te importaba trabajar en la calle y hacías socios, el curro era tuyo. 

Simple.

Por eso, la mayoría de la gente no duraban más de una-dos semanas.

Debo decir que nunca olvidaré la mañana que empecé. Me sentía superridículo corriendo detrás de la gente.

Además por aquel entonces yo era una persona supertímida.

¿Qué demonios estaba haciendo?

¿Quién en su sano juicio le daría todos sus datos y número de cuenta a un completo desconocido en mitad de la calle solo por ayudar y sin recibir nada a cambio?

Esa mañana no fui capaz de hablar con más de 3 o 4 personas, y por supuesto, no conseguí ni un solo socio.

Estaba paralizado, no sabía muy bien que decir, y encima hacía frío.

¡Esto es una locura! Me repetía una y otra vez mi angustiada cabeza ¡Vámonos a casa!

Pero no podía rendirme.

No podía perder también este trabajo, por muy duro que me resultara.

No podía volver a fallar.

Y no lo hice. Porque a cabeza dura, es difícil ganarme…

Un año más tarde era jefe de equipo y el captador que más socios había hecho ese año de todos los grupos que estábamos funcionando:

Unos 1000 socios pude hacer ese año. Además, recibí un premio al captador más regular.

Poco después me ficharía ACNUR para ser el coordinador de todos sus equipos de captación en calle, que por aquel entonces, únicamente tenían en Madrid.

Ah, joder susti, pues está superbien!

Bueno, sí…

Pero lo ideal es analizar la foto completa, para saber por qué fui yo el que más socios se hizo a pesar de que había captadores mejores:

-Trabajé todos los días del año: Fines de semana, semana santa, verano, navidad… recorriéndome España, sin parar. 

Sin descanso.

-Ese año pude hablar con unos 4500-5000 desconocidos.

Aproximadamente unas 3500 personas me dijeron que NO.

¡¡3500 noes en un año!!

Te explota la cabeza…

La mayoría de la gente no recibirá semejante cantidad de noes ni en varias vidas. 

Yo me los llevé en un solo año.

Me llevé más noes que cualquier otro captador. Esta fue la clave de todo.

Ahora, debo decir que el cambio que experimenté en mí fue…simplemente alucinante.

En tan solo 12 meses yo era otra persona completamente diferente a aquel chaval miedoso y torpe que comenzaba en la calle Goya una fría mañana de Febrero.

La realidad es que casi todo el mundo le tiene mucho miedo al NO. 

La mayoría de la gente odia esa palabra.

Nuestros pobres egos no están preparados para semejante calvario. Por eso, la mayoría abandonaba el trabajo tan pronto.

Ahora una cosa te digo, el mundo es de los que le pierden el miedo al NO. 

Es lo que hay.

Al cabo de un tiempo simplemente te inmunizas y te das cuenta de que el NO ya no es una puerta cerrada, sino solo un aviso para que mejores, para que cambies tu estrategia, o simplemente, para que lo sigas intentando y te superes.

Porque el hecho de ignorar los noes y seguir dando el callo, me permitió no solo ser el mejor, sino conseguir unos 50.000€ para ayudar a los que más lo necesitan, que al final es lo más importante.

Además, pude pagar todos mis gastos, incluyendo mi máster, trabajando un máximo de 5 horas al día. 

Y también ligaba bastante, dicho sea de paso.

Normal si tenemos en cuenta que hablaba con unas 20-30 personas al día.

Y es que al final esto no va solo de formación en ventas, en copywriting o en marketing, sino de perseverancia.

No rendirme y perderle el miedo al NO me ha permitido, no solo aprender un huevo sobre ventas y trabajar en los departamentos de marketing y comunicación de algunas de las ONGs más grandes de España, sino también lanzarme a montar mis propios proyectos online y ganar el dinero suficiente como para poder vivir cómodamente de ellos.

Lo curioso es que ahora mido los sueños en número de noes. 

¿Cuántos noes necesito para alcanzar este objetivo? ¿Qué número de noes tengo que recibir hasta aprender a hacer las cosas bien? ¿1, 2, 100,…1000?

Bueno, voy a ir terminado que tengo noes que gestionar.

Sí has llegado leyendo hasta aquí, solo dos cosas:

1. Quiero que si algún día recibes un NO por respuesta, ya sea de una posible pareja, trabajo, ayuda para algún proyecto que estés montando,…Lo que sea! Solo piensa:

«Por muchos noes que me den, ni en tres vidas recibiré tantos como el sustituto…y él ha conseguido vivir de puta madre!»

CONSEJO: Sal a buscar el NO.

2. Sospecho que puede interesarte mi boletón de suscripción donde doy consejos, tips, cuento historias y reflexiones varias sobre ventas, marketing, copywriting y todo lo necesario para que tu proyecto online crezca y consiga más ventas a pesar de los noes.

Eso sí, que sepas que mando un mail al día (a veces más) con contenido útil, o absurdo, o hay días en los que ambas cosas sobre marketing, ventas, copywriting, storytelling, mailing…

Para que mejores tu comunicación, aumentes tu lista de suscriptores y vendas más con tu web.

Y hablando de vender, que sepas que trataré de venderte mis infoproductos prácticamente en todos mis mails, porque sinceramente, es lo que mejor funciona para conseguir los objetivos antes mencionados.

Porque estás aquí para aprender a vender.

Porque no le tengo miedo al NO ni a las bajas.

Bueno, eso siempre y cuando tenga algo que vender.

Si no tengo, pues entonces no.

Pero si tengo, pues sí.

Si no estás de acuerdo con esto, mejor no te suscribas, sin licores, digo rencores.

Pero si esto no sé supone ningún problema, pues adelante, nos vemos dentro.

¿Nos vemos dentro?

El Sustituto

 

Tu especialista en marketing